martes, diciembre 01, 2009

En el Santísimo...

Antes de entrar a encontrarme con el Señor Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar, inevitablemente me encuentro con la tarde del verano limeño y el inmenso mar resplandeciente reflejando los rayos solares, me remiten indiscutiblemente al Señor creador de todo, al encontrarme en el portal del sacro lugar en el cual está el Santísimo Sacramento, el mismísimo Señor expuesto en el altar, ya me encuentro lleno de su aroma, es entonces que ya en presencia del Señor en aquel recinto santo me recogo y me pongo en actitud de oración, como aquel caminante viador que se detiene a lado del camino para descanzar en brazos del que Es consuelo de todos. Se me vienen a la mente mil quehaceres, todos humanos y temporales, mas no puedo resistirme al encanto del que está al frente mío ¡Jesús Eucaristía!, viendolo a Él mi corazón se conmueve y me siento diminuto, recuerdo cada momento en que su amor ha sido derramado en mi vida y todo, abosolutamente toda mi carga, se la doy a Él, recordando su invitación en conversaciones anteriores: «Venid a mí los cansados, los tristes y atribulados, que yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Pues mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt 11, 28-30). Todo cobra sentido en Él, lo miro a Él, Él es la respuesta a mi vida, y en el silencio de la oración, con los ojos fijos en el Señor, le digo: «Gracias por la esperanza de tu amor, me doy por completo a tí».

jueves, junio 04, 2009

Adoro Te Devote

Las imágenes de la abadía Mount Angel en St. Benedict, Oregon, acompañan éste hermoso himno antiguo atribuido a Santo Tomas de Aquino. El lenguaje humano es insuficiente para poder expresar todo lo que hay en su interior, efectivamente éste himno es muestra de ello, es tan hermoso, que si bien es cierto no expresa toda la experiencia interior que produce la Eucaristía en cada uno de nosotros, tiene la capacidad de suscitar una mayor devoción por la Eucaristía. A continuación está la letra del himno en latín (idioma oficial de la Iglesia) y en español.



LATIN

ADORO te devote, latens Deitas, quae sub his figuris vere latitas: tibi se cor meum totum subiicit, quia te contemplans totum deficit.

Visus, tactus, gustus in te fallitur, sed auditu solo tuto creditur; credo quidquid dixit Dei Filius: nil hoc verbo Veritatis verius.

In cruce latebat sola Deitas, at hic latet simul et humanitas; ambo tamen credens atque confitens, peto quod petivit latro paenitens.

Plagas, sicut Thomas, non intueor; Deum tamen meum te confiteor; fac me tibi semper magis credere, in te spem habere, te diligere.

O memoriale mortis Domini! panis vivus, vitam praestans homini! praesta meae menti de te vivere et te illi semper dulce sapere.

Pie pellicane, Iesu Domine, me immundum munda tuo sanguine; cuius una stilla salvum facere totum mundum quit ab omni scelere.

Iesu, quem velatum nunc aspicio, oro fiat illud quod tam sitio; ut te revelata cernens facie, visu sim beatus tuae gloriae. Amen.

ESPAÑOL

Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte.

Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.

En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad; sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.

No veo las llagas como las vió Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame.

¡Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura.

Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.

Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.

jueves, mayo 21, 2009

Visitas al Santísimo Sacramento


Pienso, al igual que muchos, que la Eucaristía nos da la gracia para continuar en nuestra peregrinación hacia el encuentro con el Señor Jesús, puesto que es el sacrificio de amor que Él hace en el altar por nosotros. Particularmente la Eucaristía me renueva, en mi fidelidad, en mi lucha, en mi crecimiento espiritual, me compromete a retribuir el amor que Dios me muestra en la Eucaristía, bueno y lo retribuyo con mi apostolado, en la oración, en la ayuda al prójimo, etc. Me queda claro que es una dinámica de amor, que el Señor Jesús me ama, y yo lo amo. No obstante hay muchas formas en las que el Señor nos muestra su amor de Padre, una de ellas es a través de la comunión espiritual ¿Qué es? ¿Cómo se hace?.

Es la forma de comulgar como lo haríamos en la Eucaristía pero espiritualmente. Puedes estar frente al sagrario o con el Santísimo expuesto y pedirle al Señor que te conceda la gracia a través de una comunión espiritual. En ésta linea, SantaTeresa de Ávila, escribe respecto a este tema en su libro, «Camino de perfección» y también San Alfonso María de Ligorio en sus librito «Visitas al Santísimo Sacramento y a María Santísima», de éste último estoy aprendiendo a amar mas al Señor, realmente es un libro hermoso y muy útil para acrecentar tu amor al Señor Jesús en la Eucaristía, pueden encontrar éste librito en la Biblioteca Electrónica Cristiana (BEC) en http://www.multimedios.org/docs/d000734/.

Pidamos al Señor la gracia necesaria, el camino de la vida cristiana es exigente, pero como vemos el Señor te da las armas ¡A luchar entonces!


Hablemos claramente de la Santa Misa

Éste es un artículo de José Fernández de la Cigoña, que me ha parecido muy bueno. Recomiendo su lectura con la profunda seguridad de que éste les va a disipar la niebla que cubre éste tema.


Porque hay muchos prejuicios disimulados que subyacen en la cuestión y que la hipotecan. Y curiosamente son los más extremistas, de uno u otro lado, quienes se atreven a explicitar lo que otros piensan o da la impresión que piensan. Aunque no se atrevan a decirlo. Y es peligrosísimo que cuatro orates vengan condicionando algo que es capital en la Iglesia: la santa misa.

No hay una misa buena y una mala. Hay una única misa que es la renovación incruenta del sacrificio de Cristo en la Cruz. En la que el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo. Mysterium fidei.

Se celebre en copto o en armenio, en rito oriental o latino, mozárabe o ambrosiano, por el modo ordinario o el extraordinario. Y eso ocurre cuando un sacerdote, católico u ortodoxo, pronuncian las palabras divinas sobre el pan y el vino. Aunque no haya lecturas, ni velas, ni casullas, ni cantos... ¿O no era misa la que celebraba en la cárcel cuando conseguía unas gotas de vino y un pedazo de pan aquel santo sacerdote vietnamita que llegó a ser el cardenal Van Thuan?

La misa, cualquier misa, es santísima ex opere operato. Aunque sea un miserable el sacerdote que la celebre. Y ministros miserables los hay, los ha habido y los habrá.

La Iglesia, a lo largo de los siglos, ha adornado el sacramento que Cristo instituyó en la Última Cena, conservando lo esencial, lo que le hace sacramento, y añadiendo o suprimiendo lo accesorio según entendía que era conveniente para la dignidad del sacramento y el bien espiritual de los fieles. Nada eso es esencial. Pero ello no quiere decir que sea prescindible a voluntad del celebrante. Y esas decisiones de la Iglesia no son infalibles ni inmutables. Valen lo que valen y mientras valen.

El cubrecáliz era necesario en una iglesia llena de moscas. Hoy esos animalitos han desaparecido de las iglesia urbanas. El lavado de las manos lo exigía un camino polvoriento y en la actualidad es sólo un símbolo de la limpieza con la que se debe llegar al altar. El tiempo del ayuno eucarístico, como respeto a la comunión, no puede, con las misas vespertinas, imponerse desde las 24 horas del día anterior. Y tampoco olvidemos que la primera misa fue vespertina.

Todas esas cuestiones, que rodean al entregarse de Cristo a los hombres por amor, renovado en cada misa, es la Iglesia la que tiene potestad para reglamentarlas. Con reglamentación que exige obediencia. En el celebrante y en los fieles.

Pues eso es lo que hay: Santo Sacrificio, autoridad de la Iglesia para regularlo en lo que no es sustancial y obediencia a lo establecido de celebrantes y fieles.

Todo lo demás es accesorio aunque haya cosas que sean, además, importantes. La anarquía celebratoria es impresentable. Y también el que sea consentida por la autoridad correspondiente. Cierto que hoy se da en el nuevo orden hasta extremos que en ocasiones son sacrílegos y hasta pueden hacer dudar de la validez del sacramento. Pero eso no se debe al modo ordinario sino a otros motivos. Que por supuesto deben desaparecer.

El modo extraordinario, superminoritario y al que asisten gentes muy adoctrinadas y con más que notable nivel cultural, se celebra hoy dignísimamente. Pero los que contamos con unos cuantos años recordamos misas que quitaban la devoción al más piadoso.

Hay consideraciones que son ciertas pero que tampoco se deben exagerar. Puedo aceptar sin problemas que el modo extraordinario sea más reverente con el misterio. Pero si el otro modo tiene la reverencia debida, que la tiene, no parece que se pueda criticar por ello. Si en el tradicional pusiéramos veinte genuflexiones más será todavía más reverente pero no por eso sería mejor. ¿Qué los protestantes se sienten mejor en el nuevo que en el viejo? Es posible. Pero de ahí no se puede concluir que se haya protestantizado la misa. Algunas imprecisiones están en vías de corregirse. como por ejemplo el pro multis. Yo añadiría el consubstantialem , los hombres de buena voluntad y alguna cosa más. Aunque es evidente la resistencia de no pocas conferencias episcopales a aceptar las correcciones.

El modo ordinario tiene también aspectos que no pocos consideran positivos. Participa más el pueblo de Dios. Entiende lo que dice el sacerdote, sobre todo en las lecturas. Ventaja también de las lenguas vernáculas aunque ciertamente haya ido en menoscabo de la universalidad. Hoy, habiéndose globalizado tanto la sociedad entiendo que sería bueno que se extendiera el latín a las partes comunes de la misa. De forma que un chino pudiera rezar el Credo con sus hermanos de Barcelona o un español el Padre Nuestro si va a misa en Praga.

Tampoco me parece de recibo la renuencia de no pocos obispos a permitir que en sus diócesis se pueda celebrar por el modo extraordinario si algunos fieles lo reclaman. Lo que da muestra no sólo de su poca sintonía con el Papa sino incluso de algo peor.

Creo en cambio que es una pretensión desorbitada la de que en todas las iglesias se celebre una misa tradicional. En muchas de ellas hay sólo una misa los domingos. Y en muchísimas otras los fieles no la desean. Si protesto de unos dictadores no quisiera que me llegaran ahora otros de signo contrario.

Dejemos libertad a los fieles y que los sacerdotes puedan atender el deseo del pueblo de Dios, en el sentido que sea sin miedo al báculo. Y ya es triste que haya obispos que no lo utilicen nunca salvo para hacerlo sentir sobre un buen sacerdote.

Creo, como final, que ya es hora de que unos y otros cesen en lo que subyace en el fondo de sus posturas. Unos tienen que deponer sus reservas hacia el novus ordo. Que es tan santo como el otro. Yo estoy convencido de que quien cree que la misa del postconcilio es herética está fuera de la Iglesia. Y he conocido personas que se quedaban sin misa dominical antes que asistir a una de las que se celebraban en su ciudad. Y otros tienen que abandonar ese odio patente hacia una misa con la que durante bastantes siglos se santificó la Iglesia. El Santo Sacrificio de la Misa no puede enfrentar a quienes en ella recibimos el Cuerpo de Cristo. Que cada uno pueda asistir a la que más le lleve a Dios sin pretender imponer a los demás el camino hacia ese Dios. Porque las dos misas llevan a Él. Y si alguno se siente feliz en ambas, como me ocurre a mí, pensará como yo que son absurdos esos enfrentamientos.

viernes, febrero 27, 2009

Levantemos el corazón

En modo de presentación quisiera empezar a escribir explicando el nombre de éste blog y su objetivo. Empezaré por el nombre, que esencialmente viene del ordinario de la Misa, de la parte de la plegaria eucarística, en la que el pueblo de Dios dialoga con intensas palabras con el sacerdote , la mayoría de nosotros conocemos dicho diálogo, de igual manera me gustaría indicar dicho diálogo porque puede describir lo que quiero explicar acerca del por qué del nombre de éste blog:

C. El Señor esté con ustedes.
T. y con tu espíritu.

C. Levantemos el corazón.
T. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

C. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
T. Es justo y necesario.

Posteriormente viene el «Santo», pero me voy a detener en el diálogo pues es necesario para poder exponer mi reflexión. En la primera frase el sacerdote desea que Cristo esté con la asamblea, pero qué significa eso, en resumidas cuentas, es el deseo del sacerdote que el Señor nos acompañe, que esté presente en nuestro interior, que la presencia de su Espíritu de Amor esté en lo mas profundo de nosotros, que nos acompañe durante ese momento intenso que es la transubstanciación, donde el Señor se hace presente (ver CEC 1376 ) para darnos vida eterna (ver Juan 6,51-58). Luego la asamblea le desea lo mismo al sacerdote, quien es «alter Christus», es decir, otro Cristo, la persona elegida por Dios para poder consagrar el pan y el vino, y convertirlos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo (ver CEC 1411 ). Posteriormente el sacerdote pronuncia éstas hermosas palabras, «Levantemos el corazón», ¡Sursum Corda!, una invitación a elevar nuestros corazones a lo alto, a la presencia del mismísimo Dios, entonces, se sobrecoge nuestro corazón. El Señor quiere un corazón quebrantado y humillado (ver Sal 50,3-6,18-19), mira en nuestro interior y posteriormente, en la comunión, nos dona la presencia de su espíritu en nosotros ¡La gracia!. Y es lo que nos toca vivir después de la comunión lo que hace que éstas palabras cobren sentido, pues una vez recibida la gracia, debemos vivir en presencia del Dios quien lo da todo, y en nuestra vida cotidiana nos motiva a decir «Señor, tenemos levantado el corazón a tu presencia bendita».

En la parte final del diálogo, el sacerdote invita a la asamblea a dar gracias a Dios, pues siempre tenemos que ser agradecidos por las bendiciones que Dios nos da. La asamblea responde, «es justo y necesario», y efectivamente es justo darle gracias al Señor, es justo porque Él es Dios y por amor entregó a su único Hijo, por el perdón de nuestros pecados y es necesario porque necesitamos dar gracias al Señor, que es el que nos nutre de su amor.

Finalmente, el objetivo del blog es poder compartir mi experiencia ante el Milagro que es la Eucaristía, además de ello informar todo lo que respecta a ella, noticias, historia, reflexiones y un largo etcétera, pues de la Eucaristía podemos decir mucho. Espero que puedan participar de ésta nueva experiencia. Que el Señor los bendiga.