martes, diciembre 01, 2009

En el Santísimo...

Antes de entrar a encontrarme con el Señor Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar, inevitablemente me encuentro con la tarde del verano limeño y el inmenso mar resplandeciente reflejando los rayos solares, me remiten indiscutiblemente al Señor creador de todo, al encontrarme en el portal del sacro lugar en el cual está el Santísimo Sacramento, el mismísimo Señor expuesto en el altar, ya me encuentro lleno de su aroma, es entonces que ya en presencia del Señor en aquel recinto santo me recogo y me pongo en actitud de oración, como aquel caminante viador que se detiene a lado del camino para descanzar en brazos del que Es consuelo de todos. Se me vienen a la mente mil quehaceres, todos humanos y temporales, mas no puedo resistirme al encanto del que está al frente mío ¡Jesús Eucaristía!, viendolo a Él mi corazón se conmueve y me siento diminuto, recuerdo cada momento en que su amor ha sido derramado en mi vida y todo, abosolutamente toda mi carga, se la doy a Él, recordando su invitación en conversaciones anteriores: «Venid a mí los cansados, los tristes y atribulados, que yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Pues mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt 11, 28-30). Todo cobra sentido en Él, lo miro a Él, Él es la respuesta a mi vida, y en el silencio de la oración, con los ojos fijos en el Señor, le digo: «Gracias por la esperanza de tu amor, me doy por completo a tí».